Me voy a meter en problemas con mis amigos de izquierda que, por un lado, detestan a la Coca Cola y, por el otro, adoran a Hugo Chávez. Pero, ni hablar, no puedo evitar decir que este dictador venezolano ha cometido un enorme abuso al prohibir la venta de la Coca Cola Zero porque supuestamente es "peligrosa" para la salud.
Nunca he sido consumidor habitual de los refrescos de esta compañía tan odiada por prácticamente todos los "antiimperialistas" del mundo. Pero sé que sus productos son tan "dañinos" o tan "benéficos" para la salud como cualquier golosina fabricada en serie por grandes compañías multinacionales o bien elaborada artesanalmente por pequeños productores informales.
En opinión de la gente que sabe de esta materia, es por lo menos exagerada la tesis del ministro de Salud y Protección Social de Venezuela, Jesús Mantilla, de que la mencionada bebida contiene un componente que puede resultar perjudicial para la salud. No hay tal, de plano.
Lo que Chávez quiere no es proteger a su pueblo de los efectos nocivos de la Coca Cola Zero. Lo que pretende el antidemocrático presidente es quedarse con los activos de esa compañía, que por cierto es mexicana, de Monterrey específicamente, y que debe ser defendida por los mexicanos.
No es la primera agresión que sufre en Venezuela Coca Cola Femsa, presidida por el ingeniero poblano José Antonio Fernández y dirigida por el economista regiomontano Carlos Salazar. En ese reino las autoridades le han puesto a Coca Cola Femsa toda clase de obstáculos para que opere.
Hace muy poco tiempo, en 2008, la compañía embotelladora regiomontana sufrió una costosa y prolongada huelga de ex trabajadores... ¡de ex trabajadores, no de trabajadores! a los que apoyó en todo momento el gobierno chavista. También, Hugo Chávez desalojó a Coca Cola, a la mala, de un terreno propiedad de la empresa en Caracas.
Como esto ocurre en medio de una oleada de nacionalizaciones, casi todas absurdas, está claro que Chávez quiere destruir, para después quedarse con sus instalaciones, a la mayor empresa de gasesosas de Venezuela, lo que desde luego va a poner en riesgo el empleo de unos 8 mil trabajadores. Porque al no ser la Coca Cola un producto "estratégico", el chavismo ni siquiera intentará operarla eficazmente.
Si el chavismo echara de Venezuela a la Coca Cola, lo más probable es que desaparecería esta marca para dar paso a un refresco boliviariano que, sin duda, poca gente va a querer consumir.