El pasado 19 de septiembre, Doña Antonieta Pérez se salvó de morir aplastada por los cimientos de su casa, en Atzitzihuacán, Puebla, cuando salió al patio para darle de comer a un burro. 

Mientras ella se encontraba con el animal, el sismo de 7,1 grados que sacudió a México causó que su hogar cayera, arrebatándole la vida a su esposo Trinidad, de 97 años. 

Desde entonces Jacinto no se ha movido del lugar esperando la llegada del varón. Y aunque los brigadistas intentaron moverlo, él siempre regresaba y se acostaba en el mismo lugar. 

"Por más que lo movíamos para seguir retirando los escombros, regresaba y reposaba justo en el lugar donde su amo de 97 años de edad perdió la vida. Esta es la muestra más grande de amor y fidelidad de un perro a su amo fallecido", cuenta Manuel Rivera, uno de los rescatistas. 

Con información de El Debate.