En pleno 2020 se creería que los usuarios de internet han evolucionado en su selección de contraseñas, pero siguen siendo criaturas de hábitos. Según un nuevo estudio las contraseñas más utilizadas siguen siendo "123456", "123456789", "password" y "iloveyou".
La selección de contraseñas ha evolucionado a través de los años, ya que cuando el internet comenzaba a hacerse masivo, los usuarios no se preocupaban por su seguridad digital y era costumbre elegir contraseñas que no eran seguras, como su nombre, nombre de los hijos y fechas de cumpleaños. Por eso es que las empresas proveedoras de servicios de cuentas de correo electrónico, así como bancos y servicios escolares por mencionar algunos; exigen que al configurar y elegir una contraseña se tenga que tener una mayúscula, un numero (no secuencial) y hasta una extensión de caracteres.
30 años despúes, la empresa Nordpass expertos en seguridad cibernética ha encontrado que el grueso de contraseñas siguen siendo palabras y números tan inseguros como hackeables. La diferencia de las contraseñas más utilizadas entre 2019 y 2020 no tuvieron diferencia, lo que quiere decir que un "hackeo" a un correo electrónico podría ser tan sencillo y no se necesita de un experto que esté diseñando algoritmos como Hollywood nos ha hecho creer.
El problema ha llegado a tanto que estudios matemáticos han demostrado que el elegir contraseñas con una mayúscula y números no la hacen más segura. Ya que las personas siguen poniendo sus mismas contraseñas con esas variantes, igual de sencillas. En universidades se ha llegado a proponer otra opción, con muchas más combinaciones matemáticas, para que las personas eligan contraseñas seguras y muy complicadas: Frases.
Una frase, que no necesita una mayúscula o un número, tiene más combinaciones que una contraseña actual. Esto es porque los espacios entre palabras no tienen predicción, una frase puede iniciar con una palabra de una letra, o una palabra de seis. Y una frase es muy personal. Si se pidieran frases sin limite de palabras y caracteres, estas serían más fáciles de recordar que una contraseña con mayúsculas y números en lugar de letras.
Así que se sigue con el eterno problema de la ciberseguridad, la cual es responsabilidad de las empresas que proveen servicios, pero también de los usuarios. De nada sirve que un banco gaste cientos de millones de dólares en expertos y en sistemas si la contraseña del usuario es el nombre de su perro.