Quienes tienen gatos saben que la vida con ellos transcurre entre tener un araño y esperar a que curen los anteriores, pero prácticamente nadie toma en cuenta que esto podría acarrear consecuencias para la salud, y que, a pesar de no ser frecuentes, dichos casos no deberían ser olvidados.
Mientras trabajaba en el jardín de su casa en Winterbourne, Inglaterra, Shirley Hair, una mujer de 65 años de edad, fue arañada por su gato siamés, Chan, que se suponía estaba saludable. Nadie se preocupó por lo sucedido hasta que su mano derecha se hinchó, y comenzó a sentir mareos y dolores musculares intensos.
La inflamación siguió creciendo hasta extenderse por toda la extremidad superior cuya piel adquirió una coloración negra. Fue entonces que la sexagenaria tomó la decisión de acudir de emergencia al hospital para que los médicos las revisaran y determinaran qué estaba causando el inusitado malestar.
A pesar de ser consciente de que el felino la había arañado, Hair no imaginó que esa fuera la causa de todo, pues resultó que estaba infectada por una bacteria carnívora que rápidamente agravó su salud causando fallas por sepsis en diversos órganos y necrosis en el brazo.
Para evitar que la bacteria siguiera haciendo de las suyas, Hair fue sometida a una cirugía con la que retiraron el tejido afectado y posteriormente inducida a un coma con la intención de que los medicamentos pudieran hacer efecto mientras su cuerpo recobraba fuerzas.
Afortunadamente, Shirley logró salir del estado comatoso y poco a poco fue recuperándose hasta volver a su vida normal como si nada hubiera pasado; lo único que cambió para siempre fue la presencia de Chan que se fue a vivir con la hija de Hair ya que ella no se sintió capaz de continuar conviviendo de la misma forma que antes del accidente.
{username} (@Rod_Island) 4 de noviembre de 2019