El instinto de un papá o una mamá por salvar a un hijo es capaz de cualquier cosa, desde hacerlos correr más rápido de lo que nunca antes habían logrado, hasta pelear a golpes con un tiburón

Aunque parezca sacado de una película, el último ejemplo ocurrió en la vida real. Hace unos días, la familIa Arthur fue a nadar a una playa de Carolina del Norte en Estados Unidos; Nick, un adolescente de 16 años, jugaba en el agua a escasos ocho metros de la orilla, con su hermana menor cuando sintió que algo lo jalaba de la pierna.

Al dirigir la mirada, Nick se dio cuenta de que un tiburón le estaba mordiendo la pierna y de inmediato comenzó a tratar de zafarse de sus mandíbulas, pero por más que intentaba abrirlas con las manos, sólo consiguió hacerse cortadas con los dientes. 

Afortunadamente la niña reaccionó rápidamente y nadó a la orilla para alertar a su padre que no tardó en llegar a la escena. El padre golpeó con fuerza al escualo, pero este no aflojó sino hasta que recibió un puñetazo en la nariz. 

Finalmente, padre e hijo nadaron hacia la playa y consiguieron ponerse a salvo. Nick tuvo que recibir atención médica, pero ninguna de las más de 40 heridas punzocortantes en la pierna y la mano resultaron de gravedad.