Kevon Watkins, un joven de 18 años que habita en Georgia, Estados Unidos, fue sentenciado a cadena perpetua al ser declarado culpable de estrangular hasta la muerte a su hermana mayor, hecho que derivó de una pelea familiar motivada por el uso del WiFi.
Los hechos ocurrieron el 2 de febrero del 2018, cuando el sentenciado tenía sólo 16 años, y la víctima, 20. De acuerdo con las declaraciones de Kevon y su madre Latoya, todo comenzó cuando el joven llegó malhumorado de la escuela y decidió cambiar la contraseña de conexión a Internet para que su familia no pudiera usarlo y así la velocidad no disminuyera.
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Al darse cuenta de que no podía conectarse a Internet, el hermano menor (13 años) de Kevon alertó a su madre sobre la situación, y ella acudió a la habitación de su hijo para quitarle la consola; sin embargo, el adolescente siguió con la discusión. Fue entonces que la víctima, cuyo nombre fue Alexus, intervino, pues creía que si continuaban peleando, su hermano podría llegar a golpear a su madre.
Ambos comenzaron a golpearse y tras algunos minutos, Kevon colocó sus manos en el cuello de su hermana impidiéndole que respirara normalmente. Una vez que Latoya notó que no podía separar a sus hijos, pidió ayuda al servicio de emergencia.
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10 minutos después de la llamada, la policía llegó a la casa y encontraron a Kevon aún estrangulando a su hermana. Luego de que los uniformados se lo ordenaran, el joven soltó a Alexus que de inmediato fue llevada al hospital, pero murió algunas horas después como consecuencia del estrangulamiento.
“Lo siento”
Durante el juicio que duró dos días, Kevon fue interrogado sobre las razones por las que asesinó a su hermana y él en todo momento sostuvo que no quería quitarle la vida, sin embargo admitió que no la soltó antes porque tenía miedo de que ella ganara el enfrentamiento.
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Posteriormente, declaró que nunca le habría hecho daño a su hermana ya que “ella le enseñó todo lo que sabe” y “era quien me llevaba a la escuela”. No obstante, la jueza encargada del caso decidió declararlo culpable de asesinato grave y no de homicidio accidental, debido a que pasó demasiado tiempo sosteniendo el cuello de su hermana y a que se negó a dejarla a pesar de que su madre y su hermano menor se lo pidieron en repetidas ocasiones.
"Lo siento", fue lo único que la prensa pudo escuchar entre los sollozos de Kevon tras escuchar la sentencia.