Todos vivimos del trabajo que realizamos, es el aspecto más importante de nuestras vidas, con lo que mantenemos a la familia, sin embargo, se ha dislocado de la discusión colectiva los aspectos de los derechos laborales, nos envolvemos en temas diversos, que van desde la ecología hasta los aspectos de género, de los partidos políticos, pero seamos objetivos si no resolvemos primero el tema de cómo llevar la comida a la casa todo lo demás pasará a segundo plano.

Más de 35 años de neoliberalismo nos apagaron el espíritu de lucha obrera, nos aplastaron con aumentos al salario que llevó a niveles de pobreza alimentaria a miles de empleados, anularon los derechos con la subcontratación, atomizaron cualquier reclamo con líderes obreros charros, millonarios a costillas de los derechos de los trabajadores.

La Secretaría del Trabajo ha sido una oficina de cabildeo para todas esas políticas laborales, hemos visto pasar a personajes de lo más miserable de la política mexicana, desde el represor y golpeador Arsenio Farell hasta el representante de la ultraderecha Javier Lozano.

Los cambios experimentados en el sexenio del presidente López Obrador han sido exponenciales en la modificación a toda esa historia de miseria laboral, pues se han enfocado a la parte medular del trabajo: la búsqueda de un salario suficiente, así como a obtener mejores prestaciones como las vacaciones dignas.

Pero hay rubros laborales que siguen sin lograr grandes cambios, nos referimos a la libertad sindical y al Estado de derecho en la aplicación de las leyes laborales y de seguridad social. Siguen vigentes las centrales obreras, pues fueron solapadas sus legitimaciones y las elecciones de directivos por el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, aplicando criterios a modo para que pudieran evadir la obligación de que las mayorías decidan, ya hemos escrito mucho sobre esto en anteriores entregas. También se mantiene el velo de corrupción corporativa en la mayoría de los centros de trabajo, en donde no se respeta el pago de horas extras, las vacaciones., los derechos individuales en el día a día del trabajo cotidiano.

Se necesita quitarle el espíritu de líder sindical que tiene la cúpula del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, para que se apliquen los tratados internacionales y los criterios para las actuaciones de los sindicatos, solo así se podrá hablar de una verdadera libertad sindical.

También es importante que se asigne presupuesto a la labor de fiscalización y vigilancia de las autoridades laborales, pues a pesar de que hay gente muy valiosa al frente de la inspección, no se ha logrado instrumentar un aparato nacional que permita eliminar de raíz las prácticas corruptas que se engendraron en las fuentes de trabajo desde los sexenios neoliberales.

Estos dos elementos que mencionamos se entrelazan para seguir oprimiendo al trabajador, porque al continuar con los sindicatos charros que no los defienden y las empresas sentirse libres de violar la ley, sin que existan sanciones ejemplares para el cumplimiento de la misma, el trabajador en lo individual sufre día a día las violaciones de derechos que se cometen en todos lados.

El nombramiento de la Secretaría del Trabajo no puede ser para cumplir un compromiso político, debe contemplar un perfil que tenga como principio el cumplimiento de la ley, con una visión activa dentro del concierto político para rescatar el discurso social del trabajo, dejar de ser una secretaría de la que con trabajos se escuche y sepamos de su actuación, es necesario elevar la voz de los trabajadores con un Estado fuerte que asume su papel de protección en una relación que es a todas luces desigual.

X: @riclandero | Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en derecho por la UNAM