“Lo que es ilegal es inmoral.”

PABLO PALAZUELO

“Quien acaricia a un tigre acaba perdiendo un brazo.”

GIOVANNI FALCONE

Sobre aviso no había engaño. Y es que, ¿qué se podía esperar de alguien quien abiertamente gritó: ¡al diablo las instituciones!? Quien llegado el momento, ya que había jurado cumplir la Constitución y estaba en el poder, lanzó un ¡no me vengan con el cuento de que la ley es la ley! Luego, su eterna y diaria campaña electoral desde ‘la mañanera’.

Ahora, a nueve meses de dejar la Presidencia (si es que la deja), su pronunciamiento decisivo: los órganos constitucionales autónomos tienen que desaparecer. No los soporta.

Por cuanto a los contrapesos, los formales del Estado, también ya se ha ido encargando de ellos. El TEPJF y la SCJN van rumbo a su extinción...

Pero —como si faltasen— hay otras ilegalidades tan de todos los días que hasta se han normalizado. ¿Cómo cuáles?, preguntarán. Pues el tener al Ejército en todas las actividades que deberían de estar en manos de civiles, o la misma claudicación del gobierno ante el crimen organizado. Y es que es más fácil repartir abrazos que cumplir con su obligación y hacer valer la ley.

Andrés Manuel sostiene lo contrario, pero la verdad es que siempre ha optado por el camino fácil: hacer añicos lo que toca. En la ilegalidad es donde se encuentra más a gusto. Y nada más cómodo que haberse dejado puesta la cachucha de director de campaña y de líder de partido.

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¡Qué feo ser Claudia Sheinbaum! ¡Qué horrible ser Clara Brugada! ¡Qué triste ser Mario Delgado! La única forma que hemos visto a López Obrador actuar como estratega es en campaña electoral. Ahora dirigiendo la de la ex alcaldesa de Iztapalapa y la de la ex jefa de gobierno de la capital y detrás de la de Mariana Rodríguez y de la de tantas otras. No en balde Xóchitl le pidió dejara de comportarse como jefe de campaña. Se vale soñar.

Y ante el miedo de perder la mayoría en el Congreso, flagrantemente viola la normatividad —una vez más— y grita que es necesario votar por todos los diputados de la 4t, so pena de perder programas sociales y apoyos varios. La máxima expresión de la ilegalidad.

López Obrador ha apostado —y aportado— toda nuestra lana a que Claudia Sheinbaum arrolle. Ilegalidad que lleva años y que busca le dé frutos.

Sin embargo, lo tiene claro, en caso de que exista competencia él buscará que la oposición impugne las elecciones (en caso de que algún candidato de Morena perdiera, la 4t también). Pero a sabiendas de que se tocará en puertas huecas; ante un Tribunal Electoral debilitado, una SCJN hecha añicos.

Cualquier resolución o sentencia de estas instituciones será fácilmente impugnada; una guerra de diatribas es lo que nos espera. Un escenario de elecciones en tribunales sin el TEPJF. ¿Suena posible? Posible y plausible.

AMLO juega al margen de la ley; se mueve en la ilegalidad, tomó Reforma, tomó pozos petroleros, inventó la presidencia “legítima” (fuera de toda norma).

Para él la norma se hizo para saltarla o, bien, mandarla al diablo.

¿Seremos capaces de parar la ilegalidad? ¿Con la fuerza de los ciudadanos en una participación comicial como nunca antes vista? López Obrador apuesta a que no, pues con ellos —los ciudadanos— él no es nada.