En anteriores columnas abordé el tema de la armadora norteamericana de aviones Boeing, que se ha visto en serios problemas derivados de su afán por ganar la carrera con Airbus, el fabricante de aviones ubicado en Toulouse, Francia.
Pues bien, este viernes se estrenó en la plataforma de streaming Netflix el documental “Descenso: El Caso contra Boeing”, producido y dirigido por Rory Kennedy. Sí, es hija del senador Robert F. Kennedy, y de la activista Ethel Skake.
Nació en 1968 y ha obtenido varios premios en su carrera como documentalista y productora: Gracie Award for Outstanding Director in News por Ethel (2012), Premio Primetime Emmy al Mejor Especial No Ficción por Ghosts of Abu Ghraib (2007) y Best Documentary por American Hollow (1999).
Ahora nos trae este documental, que será polémico dentro de la industria aérea. La sinopsis dice que se trata de cómo investigadores revelan que Boeing provocó dos accidentes aéreos por priorizar el lucro en lugar de la seguridad del nuevo tipo de avión.
La importancia de que siempre impere la seguridad sobre el beneficio comercial es vital, y en este documental, queda al descubierto algo que a veces se ignora o se pasa por alto: que en el país vecino también existe la corrupción.
La Agencia Federal de Aviación (FAA) estadounidense se apresuró a dar el visto bueno a un equipo, el B737MAX, que no cumplía a cabalidad con los estándares de seguridad, por la presión que ejercieron los directivos de la armadora. Un caso de corrupción sin más ni menos. Por eso no es correcto el “pontificar” instituciones extranjeras como poseedores de la verdad absoluta.
Ellos también cometen errores, y en este caso costaron la vida de pasajeros y tripulantes de dos vuelos comerciales, en dos aerolíneas. El poderoso documental desnuda cómo las grandes empresas tratan de minimizar el fallecimiento de las víctimas, así como el manejo que hacen de la información en los medios de comunicación, y el obsceno reparto de dólares para tratar de subsanar un error, que pudo haberse evitado si no tuvieran prisa por ganar más dinero.
A diferencia de la fabricante francesa Airbus, que sólo se dedica a construir aviones comerciales, la armadora norteamericana también fabrica para la industria bélica de su país.
Sin embargo, hay datos que no aborda el documental, como la investigación realizada por Bloomberg, quién sacó a la luz la precaria construcción de dicho equipo: Boeing subcontrató a un grupo de ingenieros low cost para que diseñaran el software que controla el piloto automático, y les pagó 9 dólares la hora frente a los 40 dólares que suelen cobrar los ingenieros que están en plantilla dentro de la empresa estadounidense. Ese mismo software es responsable de los dos terribles accidentes que mataron en total a más de 300 personas, y que provocaron que los Boeing 737 MAX se quedaran en tierra durante meses.
El documental también omite que después de exhaustivas revisiones, la FAA ha avalado que volar en los B737MAX es seguro.
Si tiene la oportunidad de ver el documental, hágalo, se lo recomiendo ampliamente, aunque sea usted de las personas a las que les da miedo volar. Con información clara y precisa le aclarará cómo funciona esta parte de la industria aeronáutica. Al final, usted sabrá que el transporte más seguro del mundo al día de hoy es la aviación.