“Para calzarse el zapato y ponerse la falda, Patricia tarda”.
Deformación del calambur de Francisco de Quevedo
¿Cuál es el signo inequívoco o característica necesaria para pertenecer a la 4T? Sin lugar a dudas lo corto de miras: el aplaudir y alentar todo lo dicho por López Obrador, así sea una reverenda… sonsera. Vasallos de un rey, no ciudadanos de un sistema republicano.
Esa es característica necesaria, mas no suficiente. Hay que ser, además, mentiroso, hipócrita, protagónico.
Resulta ahora que dos connotados morenistas son más anti-neoliberales y más “amloístas” que el mismo López Obrador. Me refiero al ministro Arturo Zaldívar y a la diputada Patricia Armendáriz.
Quienes forjaron su carrera en el neoliberalismo, no solo reniegan su origen y su hechura, también —en el colmo del cinismo o de la estupidez—, aceptan que fueron parte de la corrupción y el cohecho. Extraviados, desvergonzados, despreciables.
¿O pensarán que por ser parte de Morena sus delitos serán expiados? Insisto en la palabra delitos, pues pecados son en un plano moral que no se castiga en una nación que se rige por leyes civiles (si bien el partido político se asemeja cada vez más a un culto que a institución republicana)...
Entre que son tontos y, por lo visto, inseguros, ambos personajes buscan ser el foco de atención. Aparecer en los diarios, pues. Y, bueno, helos aquí…
En el caso de Patricia, también quiere puestos. Y si para obtenerlos hay que mostrar lealtad y eso conlleva decir que antes recibió sobornos, así sea. La mujer es torpe o se hace.
En la tribuna legislativa, hablando en primera persona del singular, dijo que en tiempos de Salinas de Gortari y Zedillo ella recibía cochupos en efectivo. Cuando su discurso se volvió público, además de viral, culpó a los periodistas que daban la nota y a los comentaristas que polemizaban en torno a esta.
Tonta manera de dar un ejemplo de lo que pasaba durante dichas administraciones. Y si lo que la diputada por Morena quiso fue emular la confesión del presidente de la SCJN, y quedar exenta de toda culpa, también.
Tratando de mostrar su inocencia, soltó en Twitter que ella apoyaría el que los periodistas la denunciaran y el que no prescriban los delitos de los que pudiera acusársele. Estupidez supina o, bien, una burla muy retorcida. La ley no se modifica por la voluntad de su obra y gracia, aunque ella así lo crea.
Si fuese este el único ejemplo de su estulticia, podría creerse que solo es zalamera y barbera de la 4T. Sin embargo, al recordar algunas de sus otras recientes participaciones, queda claro que en su avidez de protagonismo y su debilidad por las falsedades no duda en decir necedad tras necedad para aparecer en la prensa.
Un rápido listado:
Pedir que los periodistas informen cuánto ganan y de donde obtienen sus ingresos. Una memez grave ante la ola de violencia que se vive contra ellos y más grave cuando los políticos, que deben transparentar ingresos y su actuar, lo evitan. Es más: procuran que desaparezca la rendición de cuentas.
Decir que México y España deben de tener una relación de más respeto y menos intromisión. Más allá de hacer eco de los dichos de López Obrador, no se entiende donde está la intromisión, como no sea cinco siglos de convivencia…
En octubre pidió pruebas a los padres de niños con cáncer que respaldaran sus reclamos al gobierno o federal al respecto del desabasto del medicamentos. No solo eso, dijo que “a pesar de pedir pruebas de que hacían falta medicamentos para las niñas y los niños, no me dieron ni una sola evidencia”.
Después de la tunda que le propinaron en redes, dijo que la habían malinterpretado (ya es costumbre)… Meses después reclamó al dr. Jorge Alcocer el porqué continuaba el desabasto. Esa única vez, luego nunca más volvió a preguntar.
Otro de sus momentos cumbre por cuanto a torpeza se refiere fue a principios de este año, cuando para querer poner que todos se cuidaran por la nueva ola del virus, y máxime que Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la Cámara de Diputados, estaba contagiado, empezó su intervención con un “ahora resulta que todo el mundo tiene Covid”. Lo anterior no gustó entre sus compañeros morenistas; obviamente menos entre la población en general.
Tal vez una de sus tonteras más dañinas es lanzarse contra el INE al decir que su legislatura le adjudicó el presupuesto suficiente para llevar a cabo la consulta de revocación de mandato. Si lo dijo por quedar bien con López Obrador, mal; si lo expresó porque olvidó hacer cuentas, peor.
Sería lo de menos una imbécil más en este país. Lo que es terrible es que, siendo legisladora federal y con el currículum que presume tener, haya resultado una mentirosa o se haya vuelto tarda.
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero