Como no puede presumir los temas de seguridad, inversión o empleo —que de ninguna manera van bien en Coahuila—, si algo le gusta fanfarronear al gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís es su supuesta habilidad como operador electoral.
Así, Riquelme exhibe como una de sus grandes medallas el carro completo en la renovación del Congreso local, pero… vale la pena aclarar que desde 1997, siempre que hay elecciones huérfanas (legislativas locales) en esa entidad, el PRI obtiene todos los distritos. Así ha sido porque el viejo partido autoritario ha contado con la estructura electoral más numerosa y tramposa que hace de las suyas cuando hay una baja participación. De ahí que la estrategia de Riquelme en esos comicios haya sido la de hacer el menor ruido posible para evitar el voto masivo.
Presumió también que recuperó los municipios de Torreón y Monclova de manos del PAN, pero evitó mencionar que fue gracias a que por primera vez en su entidad se vivió una elección de tres candidatos: Morena, PAN y PRI, y de nueva cuenta apeló a la estructura del partido que hoy se derrumba.
Sin embargo, el triunfo que más presume el gobernador de Coahuila es el logrado por la alianza opositora en otra entidad federativa: Durango. Se siente orgulloso de la fórmula que según él mismo, hizo que la coalición PRI-PAN-PRD se quedara con Durango y venciera a la candidata de Morena, Marina Vitela. Es la fórmula con la que Riquelme piensa llegar a las elecciones del próximo año: inflar a los candidatos menos competitivos y dividir el voto de Morena.
Para ello, el gobierno del estado de Coahuila presiona a los medios locales de comunicación para que prácticamente invisibilicen al subsecretario de Seguridad Pública federal, Ricardo Mejía Berdeja, quien avanza en la construcción de un proyecto de unidad al interior de Morena Coahuila. Riquelme manipula los medios a través de los convenios de publicidad. Así, exige que no hablen de Mejía Berdeja y que inflen al ex panista Luis Fernando Salazar y al senador Armando Guadiana, dos perfiles francamente débiles que buscan la candidatura de Morena en la entidad y que serían derrotados con facilidad por el PRI.
Luego de que el portal Sin Embargo publicara una investigación que demuestra el financiamiento del gobierno de Coahuila a Luis Fernando Salazar como candidato de Morena a la alcaldía de Torreón, a través del subsecretario de Egresos de Coahuila y operador financiero de Riquelme, Xavier Herrera, medios afines al gobierno de Coahuila han publicado encuestas donde ubican a Salazar y a Guadiana como los candidatos de Morena con mayor conocimiento entre los ciudadanos, lo que es falso.
Por cierto, ningún medio local ha cuestionado a Salazar de dónde está obteniendo los recursos para pagar publicidad invasiva en redes sociales, contratar avionetas para perifonear en municipios pequeños, imprimir volantes, documentos y tener en la nomina a cientos de operadores; mucho dinero que además no ha servido para nada: no ha logrado que su imagen se desvincule de los actos de corrupción que se le han señalado, así como su cercanía con Acción Nacional. Es por cierto amigote de francachelas de Mario Delgado, el dirigente de Morena que se está equivocando feamente en Coahuila. Igual es el Waterloo de Mario, quien no es bien visto entre la gente verdaderamente de izquierda.
En ninguna de las entrevistas que los medios locales le han hecho, por cortesía del gobierno de Coahuila, al senador Armando Guadiana le han preguntado sus vínculos con el empresario Alonso Ancira, su socio en la venta de carbón a la Comisión Federal de Electricidad. Ancira además financió parte de la campaña de Riquelme a la gubernatura, a través del hoy diputado federal Rubén Moreira y su esposa Carolina Viggiano, también legisladora, y quien perdiera la gubernatura de Hidalgo por el PRI en las pasadas elecciones.
La estrategia que Riquelme aplicó en las elecciones de Durango hasta cierto punto funcionó. Algunos analistas consideran que sí se infló mucho el perfil de Marina Vitela, pero otros atribuyen a la cuota de género su designación a la gubernatura.
Hay fenómenos con los que no cuenta el gobernador de Coahuila, como la desintegración de varios sectores del PRI en el estado, o la guerra sucia entre el alcalde de Torreón, Román Alberto Cepeda, el diputado federal Jericó Abramo, y el alcalde de Saltillo José María Frraustro Siller, quienes también buscan la candidatura a la gubernatura por el PRI y están mejor posicionados que el candidato de Riquelme, Manolo Jiménez.
En resumidas cuentas se nota que el PRI le tiene miedo a Mejía Berdeja. Tiembla Riquelme y paga millones para detener al morenista apoyado por el presidente AMLO. Negro futuro le espera a ese, el último gobernador priista. Mejía sabrá investigarlo.