El escenario que enfrentará la presidenta de México estará lleno de dificultades, desde la polarización de la sociedad, alentada por AMLO, la inseguridad, la presencia del crimen organizado incrustado en los gobiernos de varias entidades, debilidad institucional, fragilidad del Estado de derecho, un sistema de salud en ruinas y obras faraónicas que hacen un hueco fenomenal en las finanzas públicas, y a nivel internacional, un escenario convulso que impactará en las políticas públicas de México, cambio climático, transición energética y crisis migratoria auspiciada en gran medida por Trump y su aliado AMLO.

En fin, un México que tiene que redefinir sus alianzas y su sentido, hacia el bloque de los países populistas o al de la transición democrática bajo los nuevos paradigmas del siglo XXI.

Avanzando cuesta arriba

Aunque Xóchitl Gálvez cuenta con un fuerte respaldo de la sociedad civil, en el frente opositor, los dirigentes y algunos líderes de los tres partidos que la postularon aún no definen claramente su apoyo a la candidata y al proyecto de gobierno de coalición que propone.

Junto a todo, está la bomba que sembró AMLO cuando en mayo pasado aseguró o amenazó que, de no mantener el control del gobierno en la próxima administración, habrá una crisis económica: “No descartamos que sí pueda haber una crisis económica financiera externa, que pueda impactarnos, pero de acuerdo a nuestras proyecciones esa crisis económica financiera podría darse a partir del 2025″.

Si gana, Xóchitl enfrentará retos muy grandes. El suyo sería un gobierno de coalición donde las diversas fuerzas políticas ocuparían posiciones por su experiencia y su conocimiento en educación, energía, seguridad, salud, relaciones internacionales, comercio y tratados comerciales internacionales.

Pero, para poder sobrevivir, los partidos políticos coaligados requerirán de todo el impulso de la sociedad civil que apoya a Xóchitl. El grueso de la población no es militante de ningún partido, la militancia representa apenas un bajo porcentaje. De ganar, los partidos tendrán un compromiso y la oportunidad para congraciarse con la población y volver a ser una opción de gobierno.

Un gobierno de contrapesos y plural

Será un gobierno colegiado, no vertical y con plena separación de poderes, equilibrios y contrapesos, donde se privilegie el respeto al Estado de derecho sobre la voluntad discrecional del mandatario, la ley será la ley.

El equipo de Xóchitl es plural, con gente brillante y de capacidad comprobada como José Ángel Gurría, Enrique de la Madrid, Ildefonso Guajardo, Aurelio Nuño, Fernando Belaunzaran, Adriana Dávila y muchos ciudadanos, empresarios, lideres de organizaciones sociales e instituciones académicas.

Sin embargo, lo que se vislumbra no es fácil, al ganar vendrían las protestas y los ataques de López Obrador, quien, como acostumbra, no reconocerá la derrota y utilizaría toda la fuerza del Estado para intentar revertir los resultados. En este escenario el triunfo de Xóchitl se deslegitimaría y AMLO aprovecharía las dudas para tratar de impedir que se establezca su gobierno.

Acciones

Con Xóchitl en la presidencia se reestablecería el Seguro Popular, los órganos autónomos se fortalecerían al igual que el poder judicial. De manera urgente se instrumentaría una estrategia de seguridad totalmente distinta, con una política de cero tolerancia al crimen organizado, en otras palabras, se acaban los abrazos; la Auditoria Superior de la Federación funcionaría para iniciar juicios por la corrupción rampante que ha privado en esta administración y el rompimiento del status quo y de acuerdos de impunidad, como el que se dio entre Peña y AMLO.

Frente a las primeras acciones de gobierno, habrá demasiado ruido, manifestaciones y movilizaciones de Morena tratando de paralizar al nuevo gobierno y evitar que se abran los expedientes de las grandes obras, del manejo presupuestal, del huachicol, las pipas compradas por Marcelo Ebrard y los expedientes de corrupción de la familia presidencial que la FGR deberá seguir por oficio.

Aprovechar las oportunidades

Con el cambio de gobierno llegará mayor inversión privada nacional y extranjera, por dos cosas básicas, certidumbre jurídica y apertura en el sector energético. Los cambios propuestos en CFE y Pemex las colocarían como jugador preponderante en México y en el mundo.

A la par se aprovecharían las ventajas que ofrece la posición geográfica de México con el nearshoring, lo que permitirá la llegada de importantes empresas y la consolidación de México en los principales mercados internacionales, principalmente con nuestro mayor socio comercial y político, Estados Unidos y con Europa.

Ya hay una agenda precisa y sustantiva en el tema de comercio internacional y los tratados de libre comercio con los principales países y mercados internacionales que ofrece ventajas para el desarrollo del país.

Las relaciones internacionales tendrán mucho más sentido y visión dejarán de lado la política basada en obsesiones, lo que generará beneficios comerciales, de seguridad y migratorios.

En economía se fortalecerán los fundamentos macroeconómicos que han brindado estabilidad a la economía y se recuperarán puntos esenciales como la renegociación de la deuda y una política fiscal que reduzca el déficit que ha crecido a niveles muy peligrosos.

Se unificarán los mexicanos, amor contra polarización

Se pueden prever grandes dificultades al principio, pero con Xóchitl se consolidará un régimen democrático que fortalezca el régimen de partidos, de participación ciudadana y de rendición de cuentas, lo que va a solidificar un desarrollo más justo para México.

X: @diaz_manuel