Al interior del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM) -el cual ha sido ocupado por casi tres décadas por Víctor Flores Morales— se gesta un fuerte y serio movimiento democratizador con miras a recuperar el control de estos centros de trabajo, luego de que en la década de los años 90 se realizara su privatización por el entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León.
Víctor Flores se ha mantenido en el control de esta organización sindical gracias a los acuerdos de las cúpulas del poder en turno y de los empresarios extranjeros que, han limitado y violentado la participación de los trabajadores en la elección de su dirigente, pues resulta ser que para aspirar a este cargo se tiene que ser integrante del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del STFRM.
Esta cláusula ha sido la sepultura de la democracia durante muchos años, pues, incluso, en las últimas cuatro elecciones seccionales Víctor Flores ha sido candidato único, simple y sencillamente porque no hay quien reúna los requisitos estatutarios, esto bajo la complacencia de las autoridades federales.
Sin embargo, con la llegada del gobierno actual --que enarboló como una de sus principales promesas la de democratizar los sindicatos-- los trabajadores ferrocarrileros –jubilados y en activo— ven una oportunidad para democratizar su sindicato. Para ello, han unido esfuerzos para presentar una propuesta al presidente López Obrador que permita deshacerse de su eterno dirigente.
Para nadie es desconocido los casos de corrupción, opacidad, violencia y extravagancia de Víctor Flores –quien le agrada llegar a los eventos públicos acompañado de bellas y jóvenes mujeres--, así como de las denuncias que existen en su contra ante la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y en otras dependencias de gobierno federal y locales.
Caso muy similar, que se vive en la cartera de los trabajadores petroleros con Carlos Romero Deschamps en Pemex, que aún cuando este “político” priista abandonó las filas del sindicato, aún continúa con todo el poder sobre su destino, a pesar de dedicarse a viajar por el mundo en sus “modestas” aeronaves.
Con el Frente Ferrocarrilero de Reconstrucción Sindical (Ferro) y su líder Eduardo Canales Aguiar, los trabajadores buscan democratizar su sindicato con la presente Cuarta Transformación para darle oportunidad de contar con libertad de expresión y de voto. Los sindicalistas conocen bien la violencia ejercida por Flores quien “corre, amenaza o compra” a quien cuestionen su longevo liderazgo.
Víctor Flores es identificado por los mismos trabajadores como “el cáncer” que contaminó de corrupción a toda la estructura laboral y que casi deja moribundo al sistema ferrocalilero mexicano nacional.
Ahora, los trabajadores anuncian diversas acciones pacíficas para el reconocimiento de sus derechos --jubilados, activos y liquidados---, pero particularmente quienes están en activo, pues son los que sufren la represión de la cúpula ferrocarrilera.
Confían en que una vez que el gobierno federal “tome cartas en el asunto” se inicie un proceso de carácter penal en contra de Víctor Flores, quien se ha mantenido oculto para no ser detectado por la 4T y el mismo presidente López Obrador, vamos, “bajo perfil”.
Los excesos de este cacique sindical son conocidos por todos; la privatización de los centros deportivos o, el manejo de los recursos de los ferrocarrileros, los cuales no ha justificado su uso y destino. Esta es una historia más de fraudes, engaños, represión, violencia y corrupción.
La pregunta es ¿hasta cuándo el presidente Andrés Manuel López Obrador volteará a ver a los trabajadores ferrocarrileros? O cabe preguntarse ¿Entregará sus megaobras como el Tren Transísmico y Tren Maya en las manos de Víctor Flores Morales?
El tiempo nos dirá qué rumbo tomará el destino de los ferrocarrileros del país, que, con sudor propio han contribuido, a lo largo de décadas a modernizar México, al transportar millones de toneladas de productos y mercancías de forma económica y segura.
*Periodista mexicano | Twitter: @JoseVictor_Rdz