Era la época de consolidación de la imagen del presidente López Obrador. Desafortunadamente, vivió el efecto negativo que le causó René Bejarano, líder de una de las tribus perredistas en aquella época dorada del Sol Azteca cuando protagonizó uno de los actos más bochornosos de la vida pública del país, en el instante que salió en televisión recibiendo fajos de dinero de manos de Carlos Ahumada. Por ello, hasta ahora, no ha sido fácil borrar la exacerbación que provocó a millones de mexicanos al tratarse de un tema vergonzoso que afirmó, sin ninguna duda, la personalidad del exdirigente de la Corriente de Izquierda Democrática.

Más allá de la incuestionable e intachable personalidad del ahora presidente López Obrador, René Bejarano perjudicó y manchó un movimiento social de hombres y mujeres. A pesar de que no tuvo de otra más que hacerse responsable de los hechos, el asunto pasó a ser una herramienta o estrategia de golpeteo hacia López Obrador. Ese recurso fue, en reiteradas ocasiones, un flagelo que persiguió el proceso presidencial de AMLO en vísperas de la elección del 2006.

Llegó la etapa de consolidación de Morena como partido político y, con un perredismo al borde de la desaparición, decidió hacerse a un lado luego de un largo trayecto en el PRD. René Bejarano tomó el camino sencillo y bajo la posibilidad inmejorable de cobijarse en el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador que se convirtió, en vísperas del proceso del 2018 en un referente consolidado, se unió. Así pues, decide sumarse al proyecto lo que nos hace pesar en el oportunismo, pero también en la metamorfosis que personificó en la simulación de Bejarano.

Tal vez para resarcir un poco el hecho tan lamentable que vivió cuando el comunicador Brozo lo entrevistó, pudo haber sumado hacia dentro del partido o la expresión lopezobradorista y resolver temas coyunturales para sumar estructura a la causa. Quizá la actitud narcisista o envanecida de René Bejarano fue siempre un obstáculo para contribuir positivamente.

A pesar de ello, vino la candidatura de su esposa, Dolores Padierna en la delegación Cuauhtémoc. Quizá la derrota a muchos sorprendió, pero a pocos no extrañó porque aludimos a un exceso de confianza y falta de operación política o simplemente una flojera para hacer campaña. Esa fue la piedra angular del proceso: Morena, o mejor dicho el binomio de Padierna y Bejarano, no demostraron capacidad política para promover el voto y destacar.

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Tal vez el perfil de René Bejarano influyó negativamente para poder favorecer a Dolores Padierna. Esas penurias causaron, al menos en lo inmediato, un voto de castigo para Morena que, desafortunadamente, decidió mal en la designación para concursar en la delegación Cuauhtémoc. Así de sencillo. Si ya después optaron o quisieron construir teorías conspiratorias para esconder la derrota o canalizar hacia otra lado, fue una decisión rápida, pero también intransigente.

No tuvieron madurez para aceptar la derrota. Debieron haber demostrado altura y coherencia política. Sin embargo, lo más sencillo para ellos era justificar hechos sin pies ni cabeza.

Perdieron y ya.

Quizá por esa razón René Bejarano anda activo y hace presencia en la prensa. Tal vez el caso de la alcaldesa de la delegación Cuauhtémoc lo motivó y está esperanzado en que haya elecciones próximas si el asunto legal de Sandra Cuevas trasciende. Por eso se dio cuenta de la oportunidad y se frota la manos, pese a que aún no está decidido nada.

Lo que es un hecho es que René Bejarano tiene intereses personales dentro de Morena. Esto lo ha llevado nuevamente a entrar en los reflectores con un tono más descalificador donde pide sanciones y hasta expulsiones. El problema para él, es que no tiene credibilidad ni poder de convocatoria en el partido de Morena. No obstante, se propuso a grillar para buscar tribuna y canalizar la atención.

Por poco nos la creemos.

Si realmente somos sensatos y reflexivos en esta situación, lo cierto es que Bejarano no tiene calidad moral para exponer situaciones políticas cuando, en su momento, actuó deshonestamente. De hecho, él mismo reconoció sus errores, no obstante, una falta de esa naturaleza es difícil de cicatrizar porque la herida es profunda no solo de escándalo, sino de ignominia.

En general, esto no tiene otra concepción más que la simulación.

Tratándose de un movimiento que se ha declarado plural, honesto, democrático y transparente, actores como Rene Bejarano son dañinos para el partido de Morena.