Hace no muchos años el poeta Javier Sicilia encabezó un importante movimiento de masas. Muchos lo acompañamos en las calles de la Ciudad de México y del resto del país. Exigía justicia para las víctimas de la estúpida guerra de Felipe Calderón contra el narco y resultaba una obligación ética apoyarlo en su lucha.
Las multitudes que reunió Sicilia solo eran comparables a las que habían estado con AMLO en las manifestaciones contra el desafuero y el fraude electoral de 2006. ¿Por qué uno ha triunfado y el otro es solo un articulista semanal?
La diferencia entre ambos líderes se llama tenacidad: a Andrés Manuel le ha sobrado para no renunciar a su proyecto de nación; el poeta no la tuvo, ya que, cansado, sin dar ninguna explicación, abandonó a sus seguidores sin haber logrado nada positivo.
Si Javier Sicilia hubiese leído el artículo que él mismo escribió para que esta semana se difundiera en Proceso, quizá no habría llevado a tanta gente a protestar en la calles y plazas de nuestra nación, sobre todo en el Zócalo de la Ciudad de México.
Porque esta semana, en Proceso, Sicilia se compara a sí mismo con Hitler. ¿Exagero? No lo creo. El poeta ha dicho, en la revista fundada por Julio Scherer, que la principal característica del genocida alemán fue dirigir a las masas en las plazas públicas; exactamente lo que Javier hizo durante el periodo de Calderón.
Obviamente, Sicilia no dijo lo anterior en un ejercicio de autocrítica, sino como una forma de cuestionar a AMLO. Sí, el poeta piensa que Andrés Manuel se ve en el espejo de Hitler cuando utiliza el Zócalo para sus mítines.
No se midió Javier Sicilia. De plano, no. Pero lo peor de su escrito en Proceso no es eso, sino lo que proyecta al final: que López Obrador “exacerbará la violencia y la injusticia en México; las llevará a grados mucho más terribles de los que hoy vivimos” y que “las elecciones” no remediarán “el horror que vivimos”.
Si las elecciones no funcionan, ¿qué propone el poeta Sicilia? No lo expresa, pero no era necesario que lo hiciera. Su recomendación es clarísima; está implícita en la comparación que hace de AMLO con Hitler: plantea, de plano, combatir al presidente de México mediante métodos no democráticos, es decir, su propuesta es el golpe de Estado justificado porque no habrá proceso electoral que nos lleve a salir del “horror que vivimos”. Espanta la lógica de un poeta carismático quien, quizá, ya enloqueció, lo que explica que haya cambiado su estrategia de besos cristianos por acciones a la Pinochet.
Federico Arreola en Twitter: @FedericoArreola