“Cuando llegues a Madrid, chulona mía
voy a hacerte emperatriz de Lavapiés;
y alfombrarte con claveles la Gran Vía,
y a bañarte con vinillo de Jerez.
En Chicote, un agasajo postinero
con la crema de la intelectualidad
y la gracia de un piropo retrechero
más castizo que la calle de Alcalá”.
Agustín Lara
El cinismo de Pedro Miguel es infinito. Llega al grado de decir que al fin que en México se matan a más políticos que a periodistas (como quien dice, ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?). Sí, más periodistas y más políticos y más criminales y más personas inocentes en el actual sexenio que en los pasados.
Pero claro, lo que sucede es que López Obrador pide no utilizar los asesinatos de periodistas para atacar su gobierno (que dizque la única intención de los críticos es afear su administración, pues). Los asesinatos, la inseguridad, la criminalidad, la violencia solo se puede usar en contra de los presidentes pasados. (Cuando es así, hasta bien visto es). En resumidas cuentas, esa es la espléndida “intelectualidad” de la 4T: la que relativiza los asesinatos en lugar de condenarlos.
Una intelectualidad conformada por Pedro Miguel, José El Monero Hernández, Rafael El Fisgón Barajas, Felipe Ávila Espinosa, Epigmenio Ibarra, Paco Ignacio Taibo II, Fabrizio Mejía o Sanjuana Martínez, entre otros (no muchos más… afortunadamente). Esos que tienen a medio México bloqueado en sus redes sociales, incluso los que se desempeñan actualmente como servidores públicos. Los que presumen de reunirse con López Obrador o con Claudia Sheinbaum, convirtiéndose en lo que tanto criticaron: unos corifeos del régimen.
Al participar en un debate con Sergio Aguayo en el programa de Carmen Aristegui, Pedro Miguel no solo despreció a los periodistas muertos, también dijo que la investigación sobre la Casa Gris en Houston no es periodismo, tan solo una campaña. Olvidó decir que, si acaso, es una campaña orquestada por una empresa petrolera norteamericana para conseguir mejores contratos con Pemex. Los números señalados por el ingeniero Octavio Romero así lo demuestran. Una vivienda de mal gusto recordatorio de que los conflictos de interés y el tráfico de influencias que existen en la 4T.
Sí, antes Carmen Aristegui abrió sus micrófonos a El Fisgón y ahora a Pedro Miguel. Algunos consideran que es para retomar el rating perdido con la 4T por haber compartido la investigación de Loret de Mola; ese y otros reportajes que son de interés para la opinión pública nacional —y cada día que pasa, también de la internacional. Otros tan solo lo entienden como una forma de reinsertarse en la polémica (verán ustedes, sucede que ellos viven de eso). Y pues los nuevos “intelectuales” orgánicos no dudaron en acudir a su programa para hablar en contra del mencionado reportaje y otras cosas más.
Pero lo cierto es que la actividad principal de Pedro Miguel es bloquear en Twitter a todo aquel que en algún momento se haya expresado mal del régimen. ¡Cuánta apertura para ser intelectual!… y en el debate con el académico Sergio Aguayo no dudó en mostrar su talante intolerante (antónimo de intelectual) pues ni siquiera pudo mostrar un poco de empatía hacia sus compañeros asesinados. ¡Ah!, también escribe en La Jornada…
Todo pierde sentido cuando un “periodista” como Pedro Miguel no puede ver que nuestra nación es actualmente la más peligrosa para desarrollar el periodismo. (Ya no se diga si se prueba lo que afirma Joaquín López-Dóriga en el sentido de que Pedro Miguel fue a Rusia a tratar de cambiar el avión invendible, el TP01, por helicópteros...) En fin, con Pedro Miguel pura afrenta al periodismo realizada por un miembro del propio gremio.
Justificar la inacción del gobierno, sus pifias, se ha convertido en la misión de esta caterva de individuos. La incongruencia intelectual. Porque si ellos acompañan a cualquier miembro de la administración pública morenista, es correcto. Que otros periodistas acompañaran a otros presidentes o a sus gabinetes, era ser parte de la mafia del poder. (Hoy de un complot contra AMLO).
Y López Obrador presume el apoyo de estos personajes diciendo estar satisfecho de estos intelectuales que “aunque no son muchos, sí son buenos”...
Seamos objetivos: los intelectuales de la 4T no sirven para nada. Ni para embajadores (los rechazan en Panamá), ni para utilería de campaña (como hicieron el 3 de febrero, cuando un grupo de ellos acompañó a Claudia Sheinbaum para intentar —sin éxito— elevar su alicaída campaña). Y los moneros, esos se han convertido en viles inquisidores.
Se requieren nuevas ideas, perseverancia y valor para dejar de denostar a los periodistas diariamente. Pero eso les es imposible. Empezando porque López Obrador llama “golpe de Estado” cuando se exhiben las corruptelas de sus colaboradores, hermanos y amigos.
Los fanáticos pierden todo, empezando por la decencia y terminando por la razón. Hoy, los intelectuales de la Cuarta Transformación ni para utilería de campaña sirven; han perdido la decencia, la razón y se congratulan de los abusos del poder.
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero