Las madres de la Plaza de Mayo fueron el símbolo de resistencia más poderoso e importante en contra de la dictadura de Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Masseda y otros integrantes de la Junta Militar Argentina.
Su incansable lucha es un ejemplo para la Humanidad y la defensa de los derechos humanos. AMLO hizo bien al hacer un reconocimiento público a Estela Carlotto, madre, ahora abuela, de la Plaza de Mayo, quien aseguró que seguirá luchando para que las desapariciones no ocurran más.
El presidente AMLO debe recibir, escuchar, atender y apoyar a las madres buscadoras de México. Bien los programas sociales, la austeridad, la recuperación del salario, el control de la inflación y las reformas a favor de la igualdad y para combatir la violencia en contra de las niñas y mujeres, pero debe enfrentar el grave problema de las desapariciones forzadas.
En algún momento, particularmente las mamás siempre pendientes del paradero de sus críos, hemos sentido la preocupación o la angustia de desconocer la ubicación de un ser querido. Primero, enviamos mensajes o llamamos insistentemente; si no hay respuesta, hablamos a sus amigos, parejas o compañeros; si no los encontramos, llamamos a las escuelas, centros de trabajo o lugares habituales. El tiempo pasa y la preocupación aumenta. Pedimos ayuda a Locatel o alguna otra autoridad, para conocer los reportes de hospitales o delegaciones de policía. Dos días después, con el corazón destrozado, los familiares denuncian la desaparición. ¿Qué sigue después? La desesperación, la impotencia, la ausencia, el infierno.
La respuesta de las autoridades es burocrática, ineficaz, ineficiente y particularmente, insensible. Nadie se resigna a la desaparición de un familiar, mucho menos las madres. En México, ante la falta de respuesta de este y de anteriores gobiernos, los familiares de las personas víctimas de desapariciones forzadas, particularmente las madres, pasaron de la angustia a la acción. Convirtieron su dolor en fortaleza.
Solicitaron el apoyo del gobierno, la respuesta no llegó o llegó de manera parcial o llegó tarde. Decidieron emprender la búsqueda por ellas mismas, con la esperanza de encontrar a su familiar con vida o por lo menos, sus restos mortales para tener una tumba donde llorarlos o llevarles flores y que su corazón encuentre la paz y la resignación.
Si la autoridad no quiere o no puede ayudarlas, si las buenas intenciones se pierden en laberintos burocráticos y políticos, las madres buscadoras hacen dramáticos llamados a los grupos criminales para que les permitan buscar a sus seres queridos, en los parajes, construcciones y sitios que han convertido al territorio nacional en un páramo de fosas clandestinas. Las madres buscadoras son continuamente amenazadas y agredidas por el crimen organizado.
Las madres buscadoras incomodan a los grupos criminales. Molestan más a las autoridades, porque les recuerdan su ineficacia. En México existen alrededor de cien grupos de madres buscadoras que merecen total solidaridad y apoyo. AMLO no puede terminar su gobierno sin haber recibido, escuchado y apoyado a las madres buscadoras. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.
Onel Ortíz Fragoso en Twitter: @onelortiz