El 20 de marzo pasado se cumplió el 87 aniversario del nacimiento de Óscar Chávez Fernández. El próximo 30 de abril, el segundo de su fallecimiento. En este contexto, fui invitado a “Conversaciones con la Historia”, dirigido por Aquiles Cantarell, a un programa para abordar la figura de este trascendente actor y cantautor mexicano que, en un momento dramático, fue de las primeras víctimas del nuevo coronavirus, el Covid-19. Yo había tenido una aproximación inmediata al tema tras su muerte, así que me correspondió, aparte de un balance y perspectiva general ofrecer la curiosa pero interesante relación de Chávez con la música clásica en general y la ópera en particular. Una manera quizá de extender a otros ámbitos la de por sí pródiga carrera del cantautor. La parte de la música de protesta estaría a cargo del propio Cantarell y de Rubén Meyemberg.

He dividido la aproximación en cinco estratos; la formación básica, elementos artísticos conformadores, el perfil político, la trova mexicana y su vinculación con la música clásica.

I. Formación

Esta comienza desde casa. El padre, cantante aficionado y también ejecutor de guitarra influye al niño Óscar, pues canta junto a él desde muy temprano, a los 6, 7 años. Elemento siempre importante entre quienes se dedican de manera profesional a la música, iniciar, así sea de manera informal, desde la infancia; esto vale tanto para la música clásica como la popular. Proporciona al individuo confianza y hace que el tránsito al profesionalismo sea como natural. Ya en la adolescencia, al no poder estudiar música de manera formal, ingresa a estudiar teatro al Instituto Nacional de Bellas Artes. Esta formación es fundamental para el futuro actor pues estudia con grandes personalidades como Seki Sano, Salvador Novo, Pilar Sousa, Emilio Carballido y Sergio Magaña. En tercer término, ingresa muy joven a trabajar a Radio UNAM, como productor, locutor, actor. Invaluable experiencia para su posterior carrera artística; incluso para la perspectiva intelectual, pues conoce a Octavio Paz, Juan José Arreola, Mario Vargas Llosa, entre otros. Es de allí que usualmente se diga que junto al INBA es la UNAM parte importante de su formación. Es durante este tiempo, al continuar la práctica de la voz, cuando conoce a la etnomusicóloga Lillian Mendelsohn, quien impulsará su aproximación a la música tradicional mexicana. De esta influencia y práctica derivará el primer disco grabado en 1963 con este tipo de música, Herencia Lírica Mexicana I, del que incluye su primer éxito, “Román Castillo”; en esta línea grabará, acompañado sólo por guitarra otros dos discos, 1966 y 1968. Y es este rasgo lo que en realidad determinará su perfil musical; sobre el que basará su característica y éxito por décadas; a ello incorporará solamente las parodias políticas, canciones de protesta, canciones de otros autores y algunas propias.

La versión de estudio de “Román Castillo” es superior a cualquiera en vivo, muy bien cuidada, con acentuado lirismo vocal y musical:

II. Elementos artísticos conformadores

Aparte de la formación temprana, hay tres elementos conformadores del perfil de importancia.

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  1. La película Los caifanes, filmada en 1966 y estrenada a principios de 1967. Dirigida por Juan Ibáñez, habría de ser de gran trascendencia para la trayectoria de Chávez. En su momento lo coloca como una figura prometedora en la actuación y aunque debido a conflictos con la Asociación Nacional de Actores no pudo desempeñarse más en el ámbito cinematográfico, la película de Ibáñez es hoy un clásico del cine mexicano. El elenco es formidable, Julissa, Enrique Álvarez Félix, Sergio Jiménez, Eduardo López Rojas, Ernesto Gómez Cruz, el propio Óscar Chávez y una inaudita e hilarante breve actuación de Carlos Monsiváis.
  2. El viaje a Cuba en 1967 bajo la convocatoria de Casa de las Américas para participar en el Primer Encuentro de la Canción Protesta, entre el 29 de julio y el 10 de agosto de 1967, en la Habana; protesta entendida sobre todo como lucha antiimperialista. Digamos que este evento contribuye a definir su perfil político de las siguientes décadas.
  3. El movimiento estudiantil de 1968. Su participación artística en 1968 junto a los jóvenes, registrado en el documental El grito, México 1968, de Leobardo López Arretche, termina por cincelar la figura de Chávez: Cantautor y actor comprometido en la protesta contra el imperialismo y la lucha social al interior de su país.

Aquí, “Fuera del mundo”, cantada por Chávez en una breve escena de Los Caifanes:

Al fin de la década de 1960 está formado ya el personaje, a partir de allí es sólo desarrollo, enriquecimiento y expansión a distintos campos. Y no deja de sorprender que ya en 1973, apenas 10 años después de grabado su primer disco, esté actuando en Bellas Artes. Esto tiene que entenderse, más allá del talento, en el contexto político y social de la presidencia de Echeverría Álvarez. Si bien sospechoso de los crímenes del 1968 y la represión de 1971, coopta a jóvenes artistas e intelectuales que se avienen bien con el discurso populachero y latinoamericanista del presidente. Así Chávez como Carlos Fuentes, por ejemplo.

III. Perfil político

El perfil definido en los 60 se prolonga a los 70, 80 y 90. A partir de 1994 lo modificará en favor del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. No obstante, a Chávez no se le ve actuando en público en 1986, cuando la huelga estudiantil en la Universidad ni en 1988, cuando el fraude electoral. Y a partir del 94 y con el neozapatismo se produce una escisión o una definición mayor: atendiendo el llamado del líder del EZLN, “Marcos”, se aleja de la izquierda electoral. Así, si en 1988 no había participado junto a la causa social, menos lo hará en las oportunidades siguientes para romper con el régimen del partido hegemónico, el PRI que después será PRIAN. Es decir, su ausencia es notoria en 94, 2000, 2006, 2012 y 2018 (en este año apoyó a la candidata del EZLN). Incluso muere creyendo aún en el neozapatismo y desconfiando del gobierno de López Obrador. Es interesante esta ruptura del neozapatismo y seguidores y apoyadores como Chávez, Ofelia Medina, Juan Villoro, González Casanova, entre otros, con la causa social mayoritaria de la izquierda electoral. Bien sea porque apelan a un purismo de izquierda del todo inexistente, o por mera obstinación o mezquindad política del enmascarado de Chiapas.

Óscar Chávez

IV. Trova mexicana

Como quiera que sea, en términos artísticos y en el filón de la llamada música de protesta, contestataria o alternativa, Chávez, por el peso de su trabajo y talento se convierte en la cabeza, en la figura más importante de la trova mexicana. Un grupo que incluye cantautores o meros intérpretes como Eugenia León, Guadalupe Pineda, Tania Libertad, Amparo Ochoa, Gabino Palomares, David Haro, etcétera. Pero hay que decirlo, la mayoría de este grupo se mediatiza, “corrompe” su perfil alternativo y de izquierda y acude a Televisa y TvAzteca y se comercializa. No está mal, lo que no parece bien es que después de ello se den baños de pureza; eso es todo.

Chávez canta “Macondo”, canción compuesta por Daniel Camino Diez-Canseco:

V. La música clásica

Una vez fallecido Chávez y en el contexto de su perfil musical, he identificado ciertas ligas, relaciones con la música clásica y aun la ópera. Interesante para ensanchar las reconocidas virtudes del cantautor.

A. Voz. Hay que destacar primero la voz. De naturaleza baritonal que se mueve bien sobre todo en el registro medio y grave; aunque en la juventud no lo hace mal en el agudo. No obstante cierto cansancio en algunas interpretaciones, contrario a tantos, Chávez conservó la voz hasta el día de su fallecimiento. Uno de sus orgullos finales fue ese, el de perseverar en la profesión de cantante; de vivir, todavía estaría cantando.

B. Primo hermano de Enrique y Eduardo Lizalde. El padre de Óscar es hermano de la madre del actor Enrique y el poeta Eduardo, ambos caracterizados por una voz igualmente grave, baritonal incluso en los límites del bajo-barítono. De esa rama familiar viene la voz y la musicalidad asimismo. De hecho, Enrique es una suerte de galán de la voz en el monótono y soso mercado de las telenovelas mexicanas (también fue un combatiente de la corrupción de la Asociación Nacional de Actores en su momento). Por su parte, Eduardo –el tigre poeta- estudió canto y algunos testimonian haberlo escuchado cantar en reuniones privadas. Su afición por la ópera es conocida, ha escrito sobre el tema, llegó a ser Director de Ópera de Bellas Artes y a dirigir programas sobre el género tanto en Canal Once como el 22. Es probable que Óscar Chávez haya estudiado canto. Y si lo hubiera hecho con formalidad cuando pretendió estudiar música como adolescente, es posible que hubiera llegado a ser un muy buen barítono.

C. Herencia Lírica Mexicana. La presencia de la etnomusicóloga Lillian Mendelsohn, con una perspectiva académica y de investigación en la formación del Chávez cantante, es un vínculo con una estética lírica. Por ejemplo, en el disco de 1963, su voz es muy fresca, a pesar de rayar los 30 años, con muy buena línea de canto. Esa frescura permanece y se puede escuchar todavía en el registro en vivo del concierto en Bellas Artes de 1973

D. Juan Ibáñez y Los caifanes. Ibáñez estuvo vinculado a la ópera. Por ello me llama la atención que en la película, cuando los caifanes y la pareja elegante llegan a un antro llamado “El Génesis”, un tenor y una soprano estén cantando (bastante mal, por cierto) un dueto de algo que parece ser una zarzuela; después de varios minutos del filme dentro del antro, cantan un dueto más. De acuerdo a ciertos registros, esta música llamada “Olímpica” (probablemente por la próxima olimpiada en 1968) fue compuesta por Chávez. Es probable que el buen loco Ibáñez le haya pedido que hiciera esos dos numeritos para la película. Ibáñez, todo un personaje a quien conocí dirigiendo La Cenicienta, de Rossini, en Bellas Artes y provocó no poco escándalo con chicas sensuales en neglillé y ligueros, y el coro masculino afeminado.

E. Música clásica. En un encuentro de marzo o abril de 2019 en La Octava, el periodista Julio Hernández entrevista a Óscar Chávez. Entre otras cosas interesantes, le pregunta ¿qué habría sido de no ser lo que había sido? Y la respuesta es lógica aunque el entrevistador se sorprende un poco: compositor de música clásica. Y es claro, porque en un sentido poético se entiende que la capacidad para componer música, sobre todo sin palabras, es la mayor grandeza que ha inventado el hombre. Otra pregunta, ¿qué escucha el entrevistado? Respuesta también lógica: Mozart, Beethoven, Mahler, Revueltas, además de música coral y canto clásico. Este testimonio es sin duda una declaratoria final de que aunque está satisfecho con lo que ha hecho de su vida, si hubiera tenido preparación (por eso cree en la educación y cita incluso a José Vasconcelos en su discurso), habría podido ampliar sus capacidades y cualidades artísticas y creativas.

En fin, ante el panorama expuesto, en mi caso prefiero antes que al cantor de la música tradicional, de las parodias (rechazo las parodias) y las canciones de otros autores, al creador de una pieza conmovedora que nada tiene que ver con las otras tres posibilidades y que las trasciende, porque en vez de dividir los gustos o preferencias, las cohesiona, he allí el valor de Chávez que tiende a la universalización dentro del ámbito hispanoamericano. Canción vacía de contenido político pero llena de poesía y sensibilidad; “Por ti”:

Héctor Palacio en Twitter: @NietzscheAristo