Históricamente el 1° de mayo es la fecha en que los trabajadores salen a las calles. Lo especial e importante de este día nació por un hecho trágico: la muerte de personas en una manifestación, precisamente un 1° de mayo, pero de hace dos siglos, en 1886.

En la época dorada de la “Revolución Industrial”, en la que los empresarios se volvían obscenamente cada vez más ricos, pero los trabajadores carecían de los derechos laborales más mínimos, al fin, “había muchos” y era fácil reemplazarlos, al grado que se tenía incluso a familias enteras -desde los hijos menores hasta los abuelos- laborando en fábricas, bajo condiciones insalubres.

¿Quieren saber qué demandaban los trabajadores en Chicago en 1886, cuando fueron brutalmente masacrados? Una jornada laboral de 8 horas, descanso dominical, con lo que entendemos querían una semana laboral de 48 horas, la erradicación del trabajo infantil, así como el reglamentar el trabajo de las mujeres, condiciones seguras y dignas en el trabajo.

Recuerden estos datos porque los analizaremos más adelante. Ahora vamos a nuestra realidad cotidiana, los sindicatos de aviación democráticos en este país están dentro de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), cuya presidencia es tripartita, esto es, son tres presidentes, uno por cada uno de los siguientes gremios: Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM), Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) y la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA).

En la entrevista realizada por María del Pilar Martínez, el lunes 29 de abril para el periódico El Economista, uno de los presidentes colegiados de la UNT, Francisco Hernández Juárez, consideró que la “…reforma laboral de 2019 no impulsó democracia sindical”.

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Mientras leía el texto no sabía a ciencia cierta si Hernández Juárez está consciente de su posición, pues el secretario de los telefonistas está a punto de cumplir los 48 años en el mismo cargo al frente de dicho sindicato, luego de múltiples reelecciones ¿y nos quiere hablar de democracia sindical?, ¿él que se ha aferrado a la Secretaría General durante casi 50 años?, que no me hagan reír.

La gran queja de este personaje es, y cito textual: “En el Congreso de la Unión no hay representación de los trabajadores, y se prevé que no haya espacio para ningún sindicalista para los próximos periodos”. Lo que podemos traducir en… No le dieron hueso.

Y les cuento que muchas personas me han preguntado, en vivo y en mis redes sociales: ¿de qué ha servido que estos personajes obtengan curules?, si cuando están en el poder se olvidan de los trabajadores. Exactamente ese cuestionamiento da pie al siguiente análisis.

Durante la historia laboral reciente de nuestro país, en efecto, hemos tenido a sindicalistas en cargos legislativos, y me centraré en los que salieron de la industria aeronáutica.

Jesús Ramírez Stabros, fue capitán en la antigua Mexicana de Aviación, también secretario general de ASPA, y fue el primer presidente de la Federación de Sindicatos del Sector Aéreo (FEDSSA). Él fue diputado federal en la LVIII Legislatura, lugar en el que presidió la Comisión de Comunicaciones y Transportes.

Posteriormente, en la LX Legislatura sería de nuevo diputado federal, en la que ocupó el cargo de secretario de la comisión de transportes. Ahí trabajó en una iniciativa de ley para crear un instituto autónomo de aviación civil, lo cual en los hechos no se logró, pero se puede decir que fueron los pininos para cambiar a la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Hoy podemos hablar que el actual gobierno lo logró y se trata de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC).

En un momento dado Jesús Stabros nos abrió las puertas del Palacio Legislativo para tener eco y presencia mediática en el momento en que a los sobrecargos nos demandó Mexicana de Aviación por un Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica. Pero hasta ahí llegó el apoyo; después agarró su propio vuelo y quiso ser gobernador de su estado, San Luis Potosí, después de haberse desempeñado como diputado local.

También fueron parte del poder legislativo dos ex secretarias generales de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA). Me refiero a Alejandra Barrales y Lizette Clavel. Otras sobrecargos han ingresado a la política, como Cipactli Dinorah Pizano, Freyja Doridé Puebla López, María del Rocío Palacios Romero, Lorena Martínez Viana y Leticia Esther Varela Martínez.

Todas ellas, en algún momento fueron representantes sindicales de ASSA, sin embargo, eso no garantizó en lo absoluto que el tema aeronáutico se tocara dentro del poder legislativo. Todas ellas vieron por sus intereses personales dejando a la aviación como un tema no prioritario. Sin embargo, como lo ha hecho Alejandra Barrales, cada que se requiere utiliza a los sobrecargos de ASSA para hacer campaña electoral.

Tomás Del Toro, el secretario del Sindicato Independencia también fue diputado federal, y fue cuando se malbarató a Mexicana de Aviación en las postrimerías del gobierno de Fox. Él estuvo presente en todos los foros de aviación que se llevaron a cabo en la Cámara de Diputados y no dijo “ni pío” con el tema de los derechos laborales de los trabajadores.

Por este tipo de cosas afirmo que marchar el 1° de mayo, en defensa de los derechos laborales por parte de los sindicatos, con dirigencias sempiternas es el absurdo más grande que puede existir, como el de Hernández Juárez quejándose de que no le dan “hueso”. Como sí eso garantizara que la voz de los trabajadores fuera escuchada.

Ahora regresemos a los datos, esos que les dije que se guardaran, pues bien desde 1886 se peleó por la jornada diaria de 8 horas, esto es de 48 horas a la semana. Más de cien años, y en pleno 2024 no podemos avanzar rumbo a las 40 horas.

Si me preguntan, a mí en lo personal, me sigue pareciendo una jornada excesiva, sobre todo considerando que gran parte de los trabajadores pierde entre una y dos horas, y hay algunos que incluso 3 horas de su vida en solo trasladarse a su lugar de trabajo.

Hoy parecen estar disociados el sindicalismo y los derechos laborales, pues los dirigentes están más preocupados por tener un cargo dentro de la política, que en los hechos es para su beneficio personal, pero ignoran el clamor de una clase trabajadora a la que le urge una reestructura del modelo laboral que hoy impera.

Creo que 138 años son suficientes, y que hoy no debería estar a discusión que las reglas del juego se deben modificar. Lo dije y lo sostengo: la flexibilidad laboral y la conciliación materno-paterno laboral son parte medular de estos cambios que hoy se requieren.

Conozco las entrañas de las marchas del 1º de mayo. Varios años me tocó la coordinación en ASSA de México. Se nos convocaba en nuestra sede sindical, y tras desayunar, partíamos al punto de salida de la marcha de la UNT, para finalmente “ver” el evento -porque en realidad nadie escuchaba el discurso de los representantes sindicales-, posteriormente tomar camino rumbo a los camiones, donde se entregaba el comprobante de asistencia a la marcha, para después terminar en el huateque que se organizaba en la sede sindical, en la que la comida y la cerveza era abundante, acompañados de música para el bailongo.

Eran tan buenas nuestras fiestas, que generalmente ese día se llenaba de pilotos que iban a sacudirse el polvo a nuestro sindicato, sacando “los pasos domingueros”.

A lo lejos parece frívolo, pero no voy a negar la cruz de mi parroquia, y a mentirles que ese día cerrábamos con ciclos de conferencias y cine debate de películas finlandesas. El 1° de mayo era para los sobrecargos un día de fiesta y celebración, sí, pero nunca se dejó de mencionar que esa condición de “trabajador” nadie nos las regalaba, ni la teníamos por obra y gracia del espíritu santo; mucho menos como una concesión graciosa por parte de la clase patronal.

Sin embargo, con el paso del tiempo, los temas de las conquistas laborales, o los ataques de la oligarquía al proletariado se han ido diluyendo, y eso aunque nos duela, es un éxito del neoliberalismo.

Realmente poco, muy poco se ha trabajado dentro de los sindicatos, y pongo de ejemplo el mío, los sobrecargos poco entienden de lo que significa la “Justicia Social”, o de qué sirve un sindicato; mucho menos del por qué se marcha el día 1° de mayo; los mártires de Chicago son tan lejanos, tan intangibles para la clase laboral actual.

Eso a pesar de que los hechos fueron el punto de partida para los derechos de los trabajadores y que hoy están más que vigentes, pero la oligarquía se ha encargado de ir deslactosando a la clase obrera para que no exija sus derechos, utilizando como apoyo a la meritocracia: si te esfuerzas tu solo, y le echas ganas, puedes conseguir más.

Vuelvo a mi pregunta inicial ¿para qué sirve marchar el 1° de mayo?, en los hechos para nada, la gran mayoría de los que van a marchar no tienen idea del por qué están ahí y mucho menos les interesa, es solo un día en que deben de cumplir con su presencia y se acabó.

Concuerdo con Hernández Juárez en que la Reforma Laboral del 2019 nos ha quedado a deber en el tema de la democratización de los sindicatos; pero agrego que si realmente hubiese surtido efecto, de entrada, Hernández Juárez no estaría buscando su doceava reelección en el sindicato de telefonistas. Su declaración es un chiste que se cuenta solo.