Kendall Nicole Jenner, de 25 años de edad, se convirtió en la modelo mejor pagada del 2017 (ganando 22 millones de dólares). Es además una exitosa empresaria, quien acaba de lanzar su marca de tequila 818 (no sé si es casualidad o intencional, pero ese número coincide con la habitación de hotel del personaje principal de la película “John Wick”, protagonizado por Keanu Reeves).

Kendall sale en un comercial de su propio tequila, filmado en el Estado de Jalisco, que ha sido criticado por “falso” y “colonialista”, aunque, la verdad, se han ensañado con ella básicamente por pertenecer al clan Kardashian, las afamadas “niñas bien” gringas, odiadas por un amplio sector mundial (aunque amadas por otro), particularmente por su serie de televisión, que muestra la vida de la adinerada familia.

Kendall es hija de la atleta Caitlyn Marie Jenner (quien, antes de cambiar de sexo, se llamara William Bruce Jenner), pareja de la simpática Kristen Mary Houghton, la famosa Kris Jenner, creadora del concepto Kardashian.

Las Kardashian

En el comercial del tequila 818, vemos a Kendall peinada con trenzas, vistiendo pantalón de mezclilla, una corta blusa corta, un sweter gris, un collar de cuero y un sombrero de ala ancha, quien convive con unos ancianos campesinos, en los campos de agave azul, bebiendo en copas coñaqueras en vez “caballitos” (pecado que yo cometía cuando bebía, pidiendo mi tequila en copa coñaquera en las cantinas, ya que, por pendejo, normalmente tiraba los “caballitos”).

Se le critica que no haya filmado el comercial en su ambiente natural: algún sofisticado bar de Nueva York, París o Ibiza, donde la chaviza pudiente puede cometer la barbaridad de ponerle hielos a un tequila añejo o mezclarlo con refresco; también se juzga que haya utilizado viejitos campesinos mexicanos como si fueran sus amigos (seguramente salidos de un casting), al mejor estilo Ricardo Anaya; pero, vamos, es un comercial, y además gringo (recordemos falacias cinematográficas como “¡Viva Zapata!”, de Elia Cazan, o “¡Viva Villa!”, de Howard Hawks, donde no solo cambian nuestra historia y nuestras costumbres, sino hasta nuestra geografía).

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Evidentemente, Kendall contrató a un equipo de mercadotecnia para promocionar su tequila (que ya tiene premios), y en base a estudios diseñaron el comercial; no creo que la empresaria realmente se crea mexicana, como algunos enloquecidos actores del método, tipo Jim Carey, quien, durante la filmación de “Hombre en la luna”, realmente se creyó Andy Kaufman, e imbuido en su personaje le fue a gritar a Steven Spielberg. Kendall simplemente obedeció lo que le dijeron sus mercadólogos para vender su producto, nada más.

Toda publicidad miente.

Es un requisito. Desde los detergentes que tienen partículas subatómicas arranca-grasa, hasta las galletas de limón bajas en calorías especiales para cachorros entre un mes de nacidos y el año de edad. La propia Kendall dice que las notas de cata de su tequila “apuntan a un tequila con nariz terrosa que insinúa tartas de nueces, boniato y caramelo. Un cuerpo dulce y ahumado con algo de influencias de roble, vainilla y más dulzura en el final a medida que llega al helado de canela” (¡Por el amor de Dios, qué alguien me diga que rayos es el boniato!)

Hay una gran diferencia entre la publicidad de un producto y la propaganda política, pues, aunque ambas explotan la mentira, hay más inocencia en la primera, mientras la segunda busca el posicionamiento ideológico de una persona o grupo para adquirir poder y, desde ahí, afectar a la población.

Los mercadólogos de Kendall, al menos, trataron de mantener un mínimo de credibilidad en el comercial del tequila 818 (no la disfrazaron de china poblana), en cambio Eduardo Caccia, “el Cachas”, en su artículo anti 4T, fue más allá que cualquier candidato, usurpando la forma de hablar de las clases populares, de una forma tan inverosímil, que, en vez de crear empatía, generó un comprensible y justificable rechazo.

El encabezado dice: “Te escribo a ti, que te la partes con el sudor de tu frente, para que votes por quien sea mejor para ti y tus hijos”.

La falsedad comienza por el hecho de que, las personas que pretende imitar, jamás sabrán que les escribe directamente, pues no leen su periódico, el cual, cuento aparte, requiere forzosamente una suscripción en línea para leerse, por eso el texto se compartió como captura de pantalla.

La forma de expresión del “Cachas” es de pena ajena (si fuera guionista, sus diálogos serían rechazados “como de rayo” por los productores de “La Rosa de Guadalupe” y “María de Todos los Ángeles”). Más que una “apropiación cultural”, es una “violación cultural”.

El standopero regiomontano Luiki Wiki, en uno de sus monólogos, cuenta que, al llegar a la Ciudad de México, quiso hablar como los chilangos, imitando el cantadito de “Nosotros los pobres”, lo cual resultó ridículo (y cómico, para los fines de comedia). Lo mismo me pasó cuando leo expresiones como “ganar el chivo”, “no habría jales”, “derecha la flecha”; a ese “ñor” le falta actualizarse (dice que el trabajador a veces “sale con un atole en la panza”, ¿quién toma atole antes de ir trabajar, sino su abuelita?).

Cuando el “don” usa la expresión “tú que te la rifas toda la semana en la chamba”, me recordó “cañón” a Gloria Trevi (si me perciben ligeramente irónico, les diré que “Simón Simonazo”), cuando la cantante regia grabó un spot contra el miedo a la crisis en el 2008 (que por cierto, ya lo bajaron de todos lados), decía: “por tus hijos, tú te va a ir partiendo el alma trabajando”. Nel, mi buen, a la raza no le puedes decir: “Tú, que con orgullo llevas lana a tu cantón, ganada con esfuerzo”, porque los pobres no son pobres por “orgullo”, sino por culpa de los pinches ojetes fifirizos, que se agandallan lo que les corresponde. Por ésta (besando una cruz con los dedos).

Y ultimada-madresmente, a los jodidos no los marean hablando como ellos, porque no se vota por identificación con quien se toma una foto comiendo un tamal con la viejita de la esquina, sino por quien no es corrupto, y todos tenemos identificados a las personas y partidos que sí lo son, no mameyes en tiempos de güeyes.

Chido, carnal. Ahí nos vidrios. Ahí te lo lavallenas y me guardas un buche pa’ hacer gárgaras.