El 2 de enero de 2015, Moisés Sánchez Cerezo, periodista de Veracruz, se encontraba descansando en su vivienda del municipio de Medellín de Bravo, cuando unos hombres fuertemente armados entraron por la fuerza y en presencia de sus nietos y su esposa, lo subieron a una de las cinco camionetas que rodearon el lugar. Su cuerpo fue encontrado el 24 de enero de ese mismo año en la carretera de Jamapa, cerca de su localidad.
Moisés era director del Semanario La Unión, donde denunciaba la corrupción y deficiencias del gobierno municipal, así como exhibir fotos y videos de baches o la falta de alumbrado público encabezado Omar Cruz Reyes, quien a la fecha se encuentra prófugo.
Ha pasado una década, tres gobiernos estatales y tres fiscales y la familia de Moisés sigue sin tener un cierre digno a su pérdida, mucho menos se ha hecho justicia.
Durante el año pasado fueron asesinados en México siete comunicadores, la última fue Patricia Ramírez González, conocida como Paty Bunbury, periodista de Colima que cubría espectáculos y que el 30 de octubre de 2024 fue asesinada por un hombre que ingresó a un negocio de comida para ejecutarla.
Horas antes, en Uruapan, Michoacán, fue ultimado a balazos Mauricio Solís, quien había realizado minutos antes una entrevista al alcalde de su ciudad.
Otros nombres de comunicadores asesinados en nuestro país son Roberto Figueroa, director de Acá en el Show, en Morelos, Víctor Alfonso Culebro, director del portal Realidades, en Chiapas, Víctor Manuel Jiménez, cuyo cuerpo se encontró después de cuatro años desaparecido en Guanajuato, Enrique Hernández, periodista de Guerrero encontrado en una fosa clandestina y Alejandro Martínez Noguez, creador de El hijo del Llanero Solitario.
A nivel mundial la Unesco contabilizó 68 homicidios de periodistas ocurridos en 2024 y con motivo del Día Nacional del Periodista en México este 4 de enero, este organismo internacional dijo que se debe fortalecer “el debido proceso y atención a los crímenes contra periodistas, mitigar riesgos, mejorar sus condiciones laborales y fortalecer los trabajos de investigación de los asesinatos y su diligencia”.
Aunque la Unesco reconoce que en nuestro país y en general en América Latina han disminuido los asesinatos de comunicadores respecto a años anteriores, todavía falta avanzar en protección y prevención de riesgos.
Para Moisés y todos los comunicadores mexicanos que perdieron la vida en 2024 solo queda esperar que la justicia llegue, justicia que, por cierto, nunca mitiga el dolor de la pérdida de un ser querido. Los gobiernos municipales, estatales y el federal deben reivindicar la memoria de cada uno de ellos y procurar que no se calle nunca una voz crítica y se garantice siempre la libertad de expresión.