Hace 60 años inició una leyenda. El 17 de abril de 1963, quedó marcada como una fecha determinante en la historia del periodismo en México. Fue el nacimiento de la revista Alarma!
“¡No me mates papacito… no he hecho nada malo! Inútiles palabras ante un padrastro armado y ciego de celos. Primero un disparo en el vientre de la chiquilla de 15 años llamada Edilberta. Ella cae y aún suplica. Trata de incorporarse. El asesino le pone el pie sobre las espaldas para impedirle levantarse. Ella continua boca abajo, malherida y suplicando. El padrastro desesperado todavía tiene saña suficiente y dispara tres veces más. La naciente vida de Edilberta Téllez Hernández ha terminado”.
Así se narraba la primera de miles de historias de nota roja que fueron publicadas por la revista Alarma! a lo largo de su existencia.
Ahora a 60 años de distancia solamente queda en el recuerdo una revista que llegó a publicar en dos épocas, cerca de dos mil 500 ediciones semanales, donde se informó de los más importantes acontecimientos policiacos de su época.
La revista Alarma!, ese medio de comunicación que hizo historia por su contenido informativo marcadamente explícito y que lleva casi diez años que dejó de existir, pero ha dejado huella en la sociedad mexicana, tanto así que con la llegada del 60 aniversario de su creación, todavía es recordada por sus lectores, que llegaron a sumar millones en el país.
Con motivo de este singular onomástico, un grupo de periodistas que participaron en aquel proyecto, han realizado una serie de conferencias y exposiciones del máximo exponente de la nota roja en el periodismo mexicano.
El más reciente tuvo lugar en la Biblioteca Vasconcelos, de la CDMX, donde ex colaboradores, periodistas, criminólogos y escritores, platicaron en una serie de conferencias sobre el fenómeno que llegó a ser Alarma! Además se montó una exposición de ejemplares, y objetos relacionados a la nota roja, como la tesis de Goyo Cárdenas o el suéter y paraguas que pertenecieron al Caníbal de la Guerrero y cuya exposición concluirá el 6 de agosto de 2023.
La nota roja
A lo largo de la historia la prensa siempre ha jugado un papel muy importante en la sociedad, sin embargo la fascinación del mexicano por la muerte hicieron que un género siempre estuviera presente y es la llamada nota roja.
Miles de personas le tomaron gusto a las noticias rojas y se convirtieron en asiduos lectores de la revista policiaca.
Leer Alarma! era para muchos un rito masoquista en el que la adrenalina jugaba un papel importantísimo, pues esa sed de informarse se mezclaba con el miedo y horror al ver las imágenes sangrientas, pero a la vez sentían la necesidad de enterarse de lo que había ocurrido.
Pese a que la revista fue duramente criticada y satanizada a lo largo de su historia, Alarma! es un referente histórico de la violencia en México, es la memoria de la violencia en nuestro país y prueba de ello es que la revista ha sido muchas veces analizada por criminólogos, historiadores, sociólogos y profesores de universidades.
Son muchas las tesis que tocan el fenómeno de Alarma! que ha sido estudiado desde el lado social, político, legal, antropológico y hasta religioso. Además Alarma! ha inspirado obras literarias como los libros de Jorge Ibargüengoitia o Carlos Monsiváis, y de famosas canciones como Alármala de tos, de Botellita de Jerez, que a la fecha es cantada por muchos.
Su historia
La revista Alarma! fue concebida por los altos directores de la empresa editorial Publicaciones Llergo, propiedad de don Regino Hernández Llergo.
En esa empresa, a través de los directores y editores, entre los que destacaba el gran maestro, Carlos Samayoa Lizárraga, se concibió el proyecto de Alarma!
El primer número de Alarma! vio la luz el 17 de abril de 1963. En tamaño tabloide y con sus páginas en amarillo y negro, mostraban un logotipo o cabezal con el nombre: Alarma! que era rematado con un signo de admiración. La tipografía daba la impresión de haberse hecho con sangre que chorreaba y su eslogan rezaba: Únicamente la verdad.
Aunque se piense lo contrario, esta primera portada no era explícita en sus imágenes y mucho menos sangrienta. Pero los encabezados lograron que la revista se hiciera notar.
En sus inicios Alarma! se caracterizó por ser una excelente narradora de historias y no dependía tanto de las imágenes violentas.
En esos primeros números de la publicación semanal, que costaba solamente un peso, tenía un tiraje de alrededor de 5 mil ejemplares, sin embargo a los pocos meses, llegaría una noticia que cambiaría el rumbo de su historia: Las Poquianchis.
Ese caso registrado en el año de 1964, San Francisco del Rincón, Guanajuato, donde unas lenonas mataban a las mujeres que obligaban a prostituirse. Esa noticia resultó ser un cañonazo informativo y la noticia corrió como reguero de pólvora en el país.
La visión periodística de Samayoa hizo que Alarma! diera una cobertura casi total al caso y consiguió catapultar a la revista a ser el medio impreso más importante de su época, llegando a vender más de 300 mil ejemplares cada semana.
Pero más que unas imágenes impactantes sobre osamentas desenterradas o las inculpadas tras las rejas, el éxito del caso fue la manera novelesca y hasta literaria en que se contaron las historias durante meses. Además de sus fabulosos encabezados que de inmediato engancharon a los lectores.
Las fotografías no eran sangrientas, pero sí mucho muy expresivas donde se mostraban a las mujeres en tono altanero, otras llorando y siendo señaladas por sus víctimas. El sensacionalismo era tal, que la revista publicó en una de sus portadas la foto de un niño de escasos 3 años de edad, que con su manita señalaba a una de las hermanas González Valenzuela de tenerlo prisionero, mientras la culpable lloraba tirada en el piso. El cuadro terminaba cuando de manera telenovelesca, el menor era fotografiado cuando se reunía con su madre.
La revista además de informativa, se convirtió en un juez severo que condenaba a las detenidas.
“Muerte a las Poquianchis”, “Que las quemen en leña verde”, rezaban los encabezados que a la gente le fascinaba.
A partir de entonces, Alarma! ya era famosa en México y la gente buscaba cada semana la revista en los puestos de periódicos.
Años después en la década de los 70, la revista además de publicar hechos de sangre, se convirtió en una especie de juez inquisidor donde señalaba, calificaba y juzgaba el actuar de algunos detenidos y delincuentes.
Alarma! fue despiadada con los casos de prostitución, homosexualidad, personas adictas a las drogas o la corriente hippie a los que tachaba de greñudos y mugrosos.
La portada de Alarma!sobre el concierto de Avándaro en 1971 rezaba en su encabezado: “El infierno en Avándaro! Encueramiento, mariguaniza, degenere sexual, mugre, pelos, sangre, muerte!”, se volvió leyenda.
Ese encabezado que provocaba risa y comentarios, llegó a convertirse en un objeto de culto, sin embargo en su época, Alarma! también fue promotor de la llamada prohibición del rock en los setentas.
Alarma! también criticaba duramente con fuertes calificativos los actos de infidelidades u otros crímenes de tipo sexual. Sus encabezados fueron despiadados para castigar a los presuntos culpables.
Aunque la foto no tenía un impacto visual tan brutal como en los años venideros, también las imágenes conformaban un verdadero teatro, como el caso de los llamados “mujercitos”, que eran homosexuales o travestis detenidos por sus preferencias y mal vistos en la sociedad de aquellos años.
Los personajes posaban sin pudor a la cámara de los reporteros y esto ayudó a que los encabezados de Alarma! fueran contundentes contra los detenidos.
Apelativos como “jotos”, “mujercitos”, “lilos”, “desviados” o “invertidos”, fueron usados en esta cacería de brujas que hizo el gobierno contra los homosexuales que eran detenidos bajo la excusa de faltas a la moral.
Curiosamente en la década de los años 70 y parte de los 80, esta tendencia fue aplaudida por la gente de aquella época, pues era el modo de pensar de la sociedad de esos tiempos.
Otros casos que fueron de los predilectos de Alarma! eran los crímenes intrafamiliares y cuyos escándalos se ventilaban en las páginas de la revista.
Muchas veces hasta las mismas víctimas no se salvaban de los ocurrentes encabezados que aunque en aquella época causaban hilaridad y morbo, en la actualidad hubieran sido muy criticados y hasta censurados.
“Cambió a su esposa fea y vieja por dos chicas jóvenes y bellas”, así rezaba un titular de un hombre detenido por bigamia.
“Tremendo drama: la infiel, herida; su amor, muerto!”, contaba la historia de un hombre que baleó a su esposa y al amante al ser descubiertos.
“En lugar de asesinar al marido, mandó al panteón a la mujerzuela!”, donde la víctima era revictimizada con un duro encabezado.
Al paso de los años la sociedad empezó a cambiar y también los tipos de crímenes, al menos en su cantidad y periodicidad.
Las portadas también cambiaron y cada vez eran más frecuentes la aparición de cadáveres en la plancha del forense o en el lugar de los hechos.
Incluso imágenes muy fuertes de cadáveres de bebés que eran asesinados por sus madres o abortados, eran publicadas a ocho columnas.
Otros crímenes
Existieron otros casos que reforzaron la trayectoria de Alarma!, como el de Trinidad Ramírez, la famosa “Tamalera de la Portales” que mató a su marido y su cadáver lo hizo en tamales; Gilberto Flores Alavez quien macheteó a sus abuelos; Elvira Luz Cruz, quien mató a sus hijos para vengarse del esposo; los muertos del Río Tula; El falso secuestro y muerte del niño Aldito o el asesinato del periodista Manuel Buendía; la captura de Caro Quintero y las fugas del asaltabancos Alfredo Ríos Galeana.
También las tragedias y accidentes que cobraron muchas vidas fueron documentadas por Alarma!, como la explosión de la gasera en San Juan Ixhuatepec y el caso que llevó a Alarma a romper los récords de venta: El terremoto de 1985 en la ciudad de México.
Con este caso que fue seguido durante varias semanas, se llegaron a vender más de 2 millones y medio de revistas por semana. Los voceadores se peleaban por recibir una mayor dotación de revistas y las máquinas de impresión que en su época eran modernas, no se daban abasto pese a que trabajaban 24 horas al día.
Ya para entonces las ventas se Alarma! se extendieron a Estados Unidos, algunos países de Centroamérica, otros de Europa como España, Francia, Holanda y Bélgica además de Japón y Australia.
Sin embargo en la cúspide de su época de gloria de Alarma!, vino la debacle, pues en 1986 la Secretaría de Gobernación tras la creación de una nueva ley de renovación moral, ordenaron el cierre de la revista, sin embargo, el trasfondo fue político al querer matar económicamente a la revista hermana, Impacto, que había sido una dura crítica del gobierno de Miguel de La Madrid.
El nuevo Alarma!
Luego de 5 años, en 1991, la revista Alarma! regresó al mercado bajo el título Nuevo Alarma. Con la nueva dirección de Daniel Barragán, la revista continuó con su línea editorial roja, aunque más disminuida en sus ventas.
En la nueva era, muchos de los textos dejaron de ser novelescos y la fuerza de su impacto se centró en las fotografías explícitas. Los encabezados o titulares trataron de mantener esa línea irónica e inquisitoria, pero ante la ausencia de Samayoa, la magia se perdió.
Todavía la revista tuvo una importante presencia con algunos casos que conmocionaron a la sociedad como la explosión de Guadalajara, la muerte de Cantinflas, en levantamiento de los Zapatistas, el asesinato de Colosio y Ruiz Massieu, los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y el homicidio de Paco Stanley, que agotó la venta y se volvió ese número en una revista de culto al mostrar la foto sin censura del cadáver del conductor de tv.
Las ventas de Alarma! continuaron pero nunca alcanzaron los récords de venta de los años 80. Pero entonces vino un elemento que transformó de nuevo a Alarma! en una revista muy dura y explícita que dejó marca en la memoria reciente de la gente: el crimen organizado y las narcoejecuciones.
Entrando a la era del año dos mil, la guerra contra el narco provocó una brutal oleada de sangre que dejó miles de muertos en todo el país.
Las imágenes en Alarma! se volvieron explícitas y las cabezas y cuerpos mutilados ocuparon las portadas de la revista, siendo calificada por las nuevas generaciones como una revista “gore”.
Pero faltaba un fenómeno más que Alarma! pudo documentar y fue la aparición de los asesinos en serie, un fenómeno al que la gente no estaba acostumbrada.
Casos como la Mataviejitas, el Caníbal de la Guerrero o El Sádico, dieron un repunte en las ventas de ejemplares, que para entonces ya estaba mermada por la competencia que existía con los diarios populares y la misma televisión. Alarma ya no era el único medio que cubría nota roja.
A causa de ello y tras la muerte del director, Daniel Barragán, fue que Miguel Ángel Rodríguez, el eterno asistente del director desde la época de Samayoa, retomó las riendas de la revista.
Miguel, además de luchar por la baja venta, encontró un nicho virgen en ese entonces: el internet y se creó la página web de Alarma! y sus redes sociales que le dieron una difusión mundial a las nuevas generaciones que no conocían la revista.
Miguel fue el primer editor en tener un acercamiento con sus lectores y por ello hasta creó una sección llamada los Alarmos, donde los fans de la revista mandaban comentarios y fotos de sus colecciones. Esto le ganó el mote del Alarmo Mayor.
Sin embargo, la crisis económica trajo la debacle de Alarma! y primero la versión impresa dejó de venderse. Al poco tiempo Miguel Ángel Rodríguez murió de un paro cardiaco en el Metro Balderas y semanas después la página web de Alarma! dejó de existir.
Así fue que la leyenda terminó de manera triste y cruel. Alarma! ahora queda el recuerdo de sus fieles lectores.