Camila, mi niña:
Al escribir estas líneas mi corazón está roto. Nunca te conocí hasta hoy que supe cómo moriste.
Confiaste en una mujer que te invitó a nadar a su casa. Tenías 8 años. Seguramente quisiste regresar a casa. Ya no te dejaron. Quisieron pedir un rescate por ti. Pero no les bastó. Te violaron y te mataron.
Te fallé Camila. Sé que donde ahora estás me dirías que yo no tuve la culpa. Pero me siento responsable. Siento esa sensación.
Escribiendo estas líneas estoy llorando, llorándote. No estuviste segura, en el mundo, en tu país, en tu ciudad, en tu calle.
Tengo esta sensación de que pude haber hecho algo más por ti y no hice nada.
Estoy aquí, escribiendo esto como una forma de lidiar con este dolor, esta rabia, esta impotencia porque no te merecías haber vivido lo que te hicieron.
Siento dolor porque dentro de mí siento consuelo ante la forma en cómo la gente vengó tu muerte. No debería de alegrarme por esto, no debería de sentir esta extraña sensación, pero te confieso que siento una sensación de justicia ante tu lamentable partida.
Quisiera también poder abrazar a los pocos policías que no quisieron ver más odio pero no pudieron contener la rabia de todos los que supieron de el horror por el que pasaste.
También esos policías sentirán que no pudieron defenderte de alguna manera.
Eres nuestra Camila, eres de todos, eres esa niña que fuimos, esa niña que tenemos en nuestras casas, en nuestras familias, esa niña que debería de estar corriendo tras una mariposa, la niña que debería de estar por celebrar el día del niño, la niña que llevo dentro, la niña herida y abandonada, la niña lastimada, la niña que nadie amo.
Eres de todos Camila. Aunque ahora eres del viento, parte del aire, habitas en una nube donde nunca más nadie podrá violentarte ni lastimarte, desde allá desde donde estás quizá tu alma pura e inocente te alcance para perdonarme.
Para perdonar a tus autoridades que no pudieron ponerle freno a esto.
Para perdonar a tus agresores que tan vacíos de Dios y tan miserables en todos sentidos no tuvieron alma y corazón para detenerse en dañarte de esta manera.
Quizá para perdonar a algún adulto que estuvo a tu cuidado y confío que estarías bien al irte a jugar un ratito a casa de la vecina.
Para perdonar a la humanidad que está rota en pedazos.
Para perdonar a los criminales que en este país que debía de brindarte seguridad, han dejado que se empoderen de una manera aterradora.
Donde quiera que estés Camila abrázame muy fuerte porque hoy tengo mucho miedo.
No te podría decir que descanses en paz, porque no te merecías “descansar”.
Tú ya llegaste a un lugar de paz y estás con Dios. Más que rezar por ti te pido que reces por nosotros.
Hoy me duele el alma Camila. Pero seguirás doliendo todos los días. Te prometo jamás olvidar tu muerte.
Hasta pronto Camila.